2666 (no es una reseña)

La polémica está ahí. ¿Cuál es la obra máxima de Bolaño? Para muchos es 2666, y para otros Los detectives salvajes. ¿Para mí cuál es? 

2666 me gustó por muchas situaciones dadas y el núcleo de éstas, haciéndola una maraña de conexiones sutiles entre las tres historias. La estructura del libro es algo distinta a las convencionales. Bolaño creía que la novela debía de cambiar de forma, ya no ser tan lineal, es decir, que utilizase una estructura dinámica para poderse asir desde cualquiera de sus partes. Lo consiguió, la novela tiene vida propia, evoluciona en conjunto con el lector, se desparrama sobre sus manos, se entrega.

Los detectives salvajes son el resultado de los primeros latidos de sus otras obras anteriores. Es una novela hermana (y mayor) que 2666. Es decir, tienen la impronta de Bolaño sin plagiarse a sí mismo, como muchos escritores tienden a hacer, tal es el caso de Murakami.

Yo no pondría en disyunción las dos novelas más emblemáticas Roberto, más bien las haría parte del todo, porque hay pequeñas novelas que también valen la pena leer como Estrella distante o Amuleto, dónde se pueden sentir, leer y palpar lo que Roberto Bolaño ya había conseguido y que terminaría por conseguir.

¿Cuántos escritores tienen dos obras cumbre? No lo sé, no sé si incluso Borges o Cortázar pudieran tener mérito colgado en sus pecho. Quien intuyo podría hacerlo es Günter Grass, pero aún es prematuro para afirmarlo o negarlo.

De lo que sí estoy seguro es que esas dos novelas lo mataron. A Bolaño no lo mató su hígado, bueno sí, pero a su hígado lo despedazaron las novelas. Un cuerpo humano, por duro que sea, le es imposible poder sostener en sus huesos dos obras de tal magnitud y con tal alcance. Bolaño fue un suicida.

Les recomiendo ampliamente leer 2666, pero creo que primero deberían leer otras de sus publicaciones para saber qué se pueden encontrar, porque corren el riesgo que no les sea del todo grato ni mucho menos, si no tienen el contexto.

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