Mujeres

Mujeres, las que amamos y las que odiamos, todas al mismo tiempo o una por una, da igual. Este también es el título de una de las obras más conocidas de Chrales Bukowski, y si no lo es, por lo menos es el único que he leído.

Tórrido narrador de las peripecias de la sexualidad alternativa y agudo alcoholismo en un mismo ser, convertido en forma de vida y no en eventuales conquistas. Hank, el alter ego de Charles, es un harapo de piel y huesos, sostenido por la gracia del alcohol y otras variables divinas. Decadente en su vida, y con cinismo, aborda las peripecias de un hombre que ha desgarrado su existir. Las mujeres son su alimento, aquello que le indica que sigue vivo, el deseo de la comprobación científica de su existir.

Se va conociendo a Hanks a través de la narración de diversas aventuras con mujeres de toda clase, todas ellas con un solo patrón en común: Una sexualidad sin necesariamente amor y con una necesidad de auto-reconocimiento.  La sexualidad como capital femenino. No otorga más talentos a las féminas que sus piernas cojonudas como autopistas hacia el placer, sin objetivo o función trascendental, sin embargo, le son tan necesarias como el mismo alcohol o el aire que respira. El ambiente es sórdido. 

Un hedonista hasta el penúltimo de sus actos, la fuerza de la reivindicación en las últimas oraciones.





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