Cierre de año.

Un cierre de año que comienza a tomar formas complicadas, no por la profundidad de éste ni sucesos anómalos que pudieran estarme sucediendo, sino por la variedad de actividades que comienzo a adoptar. Unas son más secundarias que las otras, y he aprendido que las cosas que vale la pena meditar no existen. Es simple; se hacen o no se hacen. Al chilazo como decimos los mexicanos.

Ya estoy inscrito en lo que jamás me hubiera imaginado, mucho menos estar pagando por ello, me refiero a asesorías de inglés para de una vez por todas aprender una lengua alterna a la mía. No es quizá lo primero que estaba buscando, soló que es un requisito para algo que pienso hacer, mi proyecto más ambicioso en crecimiento intelectual: Una maestría en apreciación y creación literaria. Un giro totalmente radical hasta lo que para mí pintaba.

Me he decidido a buscar asesorías para mejorar mis escritos, para pulir ideas. Creo que me puede ayudar mucho, porque me siento como una tabla en bruto, que apenas está consiguiendo ideas, tomando prestadas, mejorando las existentes y descubriendo nuevas. Mis miras se comienzan a ensanchar, y aún es mucho el camino que tengo que seguir, mucho que tengo que leer y mucho que tengo que aprender, pero sobre todo, mucho que aterrizar y practicar. Esta fase es la más divertida, el pensar que tengo por delante una obra que hacer, pero al mismo tiempo, la saltarina idea de pensar que no podré llegar más allá de un simple aficionado, ambas ideas contraponiéndose son excitantes.

A decir verdad, el año no es que fuera muy tranquilo, solamente es como los demás años, como los demás abriles o mayos que transito.  Colmé con proyectos ficticios cada día, pero aprendí que es posible gestar y abrigar el inicio de unos cuantos, de unos pocos. Aprendí que la vida se va dando a pasitos y a veces, muy a veces, corriendo, todo depende de la inercia que se tenga. 

Yo sé que no es un fin de año para que esta remembranza cobre sentido, pero el final de los años se cumplen todos los días, el 31 de diciembre solo tiene sentido para el calendario gregoriano, nada más.




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