Búsqueda del poder, daño al tejido social.


A través los tiempos han existido toda clase de conflictos humanos, vaya afirmación la mía, derivados de intereses encontrados, escasez de tolerancia entre diferencias de pensamientos, así como lealtades en venta; todas con un solo objetivo: la obtención y perpetuación del poder. No importa qué es lo que se tenga que hacer, lo importante es llegar a como de lugar, sin escatimar cuántas vidas se extingan en el proceso o las repercusiones futuras. Me viene a la mente la famosa proposición de Maquiavelo “El fin justifica los medios o los medios justifican el fin”.

Sin la contraposición de intereses la historia no hubiera tomado el derrotero que hoy tiene, debido a que cualquier alteración desencadenaría impredecibles acontecimientos, es decir, no podríamos hablar con toda seguridad que aquel presente ficticio fuera mejor al actual. ¿De qué otra forma podría ser?

Los intereses están sujetos a una escala de valores, su constante mutación y la doble moral. Son determinantes los valores en el transito del ser humano por la vida y difícilmente podrá desligarse de ellos porque son la base teórica de nuestro actuar, en otras palabras, son los valores quienes sustentan nuestras creencias y nuestros actos como individuos en una sociedad.

Los principios religiosos también se han inmiscuido a cada momento y han sido promotores de encarnizadas batallas por dominios territoriales, que a su vez se traduce en un dominio político y económico. Sin duda el derrame de sangre es redituable para quien sabe aprovecharlo. Es lícito señalar que hay excepciones que nos dan una lección, como los mártires de Tibhirine, monjes cristianos en Argelia quienes ayudaron al pueblo musulmán por su condición de pobreza, muertos por un grupo fundamentalista musulmán tiempo después. Es necesario decir que los unió su calidad de seres humanos con las necesidades del pueblo, principal valor de la religión, y no por sus divergencias religiosas con otros jefes musulmanes.

Los intereses económicos a menudo obedecen una lógica dialéctica, por ejemplo en la antagonia de clases; generando cúpulas que más tarde llegarán al poder y por el otro lado la base que los sostiene; los pobres. Para que existan unos deben de existir los otros, de otra forma sería imposible hablar de una dialéctica. Estos mismos intereses económicos han sido usados como medios para afincarse dentro de las tomas de decisiones en las estructuras gubernamentales de los países, mejor conocidas como plutocracias, donde ser parte del gobierno pudiera ser sinónimo de empresario. Cuando los intereses económicos sobrepasan cualquier estatuto moral, las repercusiones sociales se hacen notar, generando pobreza y desigualdad, que a su vez desemboca en violencia y actividades ilícitas.

Estamos en medio de una crisis económica y social, fecundada a cientos de kilómetros de nuestro país, México; y extendida por todo el globo terráqueo, afectando de diferentes formas a cada nación, desde China hasta Haití. A algunas naciones les ha repercutido reduciendo empleos y provocando escasez de flujos de dinero, a las otras les ha quitado mucho, teniendo poner un signo de pesos a su soberanía. Aún está lejos de terminar la crisis, que según declaraciones oficiales “sería breve y algo normal”. En en caso particular del territorio mexicano, la crisis social que padece es difícilmente adjudicable a una persona en concreto, es más bien una sucesión de errores de dos instituciones: PRI y PAN. Uno de los múltiples efectos provocados por las condiciones de falta de recursos y un olvido social, es el cultivo, trasiego y venta de drogas, medida viable para ahogar la pobreza de los sectores más necesitados, pero no reducido a éstos. Dichas actividades se han convertido en una enfermedad venérea para la salud de un país que de por sí ya se hallaba con síntomas de neumonía.

El mundo de drogas engrosa sus filas de trabajadores a diario, empujados por muchos motivos, entre ellos la pobreza y ambiciones de poder, éstas generadas por el bombardeo de información espuria y formas de vida que idolatran los excesos. Las carencias sociales fueron potenciadas por medios manipulados y tendencias consumistas, inclusive se crearon nuevas necesidades. En el universo de elementos que causaron una putrefacción en el tejido social contemporáneo están la tradición y vieja usanza, que no hemos logrado erradicar. Traición, corruptelas y confabulaciones (doble moral) a través de los años han servido como resortes para ésta cada vez más magra sociedad.

A inicios del siglo pasado, la siembra de opio fue traída por los chinos para después ser continuada por los lugareños. En esos tiempos no era un negocio tan jugoso en sus ganancias ni tampoco muy peligroso. Las primeras siembras de opio se situaron en la región de Sinaloa, la misma que sirvió como epónimo para el cártel más extendido de México. Sin embargo, los frutos del crecimiento del hampa no es mera coincidencia, se fueron gestando a la sombra de un Estado (en sus 3 niveles) corrupto y beneficiado ya por esta actividad. En 2006, el Estado mexicano se vería rebasado, por quien le sirvió en algunos momentos para contener guerrillas y movimientos sociales. Hoy la fiera domina al amo. Esa misma que está devorando poblados enteros, engullendo a la juventud y posteriormente atacando a la autoridad con sus múltiples cabezas y sinfín de brazos. Cambiando favores por dinero y balas por vidas, el narcotráfico formó un negocio sustentable, estableció territorios y reglas muy claras sobre las cuales el negocio operaría: con la vida tuya y de los tuyos respondes, en resumen. Estrategia militar (muchos exmilitares y expolicias militan en las filas del narcotráfico), abundante armamento traído desde el vecino del norte, regulaciones de otras actividades delictivas y adopción de jerarquías versátiles, han abierto camino para la capitalización de los integrantes, y como es natural, se formaron distintos cismas que hoy día se enfrentan, por intereses nuevamente.

Aunado a la delincuencia, los medios de comunicación han contribuido en gran medida a este deterioro del tejido social, por un lado tergiversando la información sobre encargo y por el otro la inundación de entretenimiento chatarra, ambos dieron como resultado la narcotización de conciencias y voluntades. A través de escritores prefabricados que versan sobre superación personal e historia adaptada, por llamarla de alguna forma, a los mexicanos les han privado de su pasado, y lo han condenado a vivir en la ignorancia. Nada es un error, es más bien una planificación perversa que involucró esfuerzos y negociaciones entre televisoras y gobierno, favor por favor. A un ser humano carente de crítica y reflexión se denomina “analfabeta funcional”, ésto es, personas que no desarrollan sus capacidades intelectuales, únicamente se especializan producir riqueza en un área determinada sin capacidad de decisión reflexiva ni cuestionamiento alguno.

Para concluir, en conjunto las actividades delictivas y medios de comunicación al servicios del Estado han contribuido al resquebrajamiento de una sociedad que venía con muchos problemas ya. Los valores son códigos de comportamiento abandonados en el rincón de la alcoba, pasando a ser relevados por nuevas formas de convivencia. Por último dejo la siguiente pregunta ¿La confrontación de intereses y sus derivados desgastaron el tejido social o éstos, los intereses, son producto de una desmoronamiento previo del tejido social? 

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