Sputnik, mi amor

Una vez más nos toca probar un poco de lo que hace un tiempo (1999) escribió Murakami. Sputnik, mi amor es el título del libro que tuvimos la oportunidad de paladear. Tristemente es algo que ya nos ha presentado en posteriores ocasiones, ya que sus ejes siguen siendo los mismos de siempre. Una persona muy normal que goza de la lectura. En Tokio Blues y en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (ésta última una novela mucho mejor realizada, quizá la que mejor ha logrado Murakami), echa mano de un hombre, de mediana edad sin característica particular alguna, al menos ante sus ojos, pero que tiene la ¿mala? maña de leer mucho y un poder de abstracción descomunal. Se le presentan situaciones poco convencionales y desapaciones de personas muy cercanas, todo quedando a sus posibles interpretaciones y condicionado a un embrollo de emociones.

Encuentros sexuales con mujeres que poco valora, inclusive puedo decir que son desconocidas para el personaje principal, y le suceden de forma frecuente.

Amigas con problemas existenciales y tal vez de personalidad, siendo seres totalmente antípodas a lo que llamamos normal, asimismo interesantes en sus posturas y concepciones. Me deja ver las dos partes en que se concibe el autor, al cuál lo divide un espejo, manteniendo dichas separaciones muy marcadas. Una concepción dualista, una eterna lucha entre lo real y lo onírico, a tal punto que se puede pasar de un lado a otro sin apenas darse cuenta.

Quizá también Murakami quiere reflejar a toda costa su japón y desmitificar el hecho de que el oriente es sumamente radical a occidente. Hace una propuesta interesante, utiliza elementos reales para construir algo que pudiera sucitarse normalmente, pero no somos capaces de percibir por nuestra falta de sensibilidad.

La variante de esta pieza, porque considero que es parte de la gestación de sus posteriores novelas, es....no ninguna, es una perfección de una idea, una gestación de un cúmulo de ideas que posteriormente daría a conocer.

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